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sábado, 24 de octubre de 2009

No nos abandones Dudamel



Él ha dirigido con sus manos propósitos de vida, suenos y voluntades de miles de ninos en Venezuela, desde el que baja del cerro sin alimento alguno que le dé sentido a su sistema digestivo hasta el que viaja en caparazones rodantes con nombres como BMW o Mercedes Benz.

Él es Gustavo Dudamel, nuestro Salto Ángel de la música. Quien esta semana ha llenado mi espacio televisivo, con su presencia juvenil que cuenta 25 anos, su caballera rebelde y esa sonrisa sincera y juguetona que lo caracteriza.

Para mi sorpresa, él apareció en mi T.V. con recepción de cable norteamericano. Sí, allí estaba, sentado frente a Andy García hablando con desparpajo suramericano de sinfonías, dirección; en fin, de su arte, esa maravillosa manera de moverse  y sentir cuando dirige, una actividad cotidiana para Dudamel, pero que a nosotros nos sigue moviendo la fibra del orgullo como Venezolanos. Su inglés fue bastante rudo, pero su forma de comunicarse suave y acogedora.

Y en ese momento pensé, como quisiese que todos fuesemos unos pequenos Dudamel esparcidos por el mundo, llevando a buen término la tarea que la política no ha podido. O que él fuese nuestro director, invitándonos a todos los Venezolanos a dar un gran concierto en el Teresa Carreno, donde cada uno tomara su instrumento y pudiese sacar de él la mejor melodía, una tan fuerte que retumbara en todo el planeta, haciéndonos sentir como nación. No por las equivocaciones, por el dinero que nunca apareció, por un comandante rojo que no ha sabido liderar su propia guerra, o por los techos de cartón de los que hablaba Alí Primera. Sino por esa manera sesuda que nos delata cuando queremos hacer algo bien.

Por ahora no parece ser posible que Gustavo Dudamel marqué el compás de Venezuela. Pero sin duda seguirá siendo mi héroe sin capa pero con batuta.

Un favor, no nos abandones Dudamel.

3 comentarios:

IGOR NAVARRO dijo...

Seguro no nos abandona. Lo triste, en efecto, resulta de los miles de Dudamel que hay intentando llevar las riendas de orquestas que, siendo no sólo musicales, pudieran armar al país en una perfecta melodía armónica cónsona con los intereses de niños, jóvenes y ancianos. Él, tuvo la dicha de estar en ese preciso momento en el cual el universo conspira para seleccionarte como un ser exitoso.Ojalá, un gran porcentaje de esos talentos escondidos, dispersos y esperanzados, tenga la dicha de sostener la batuta de lo que proyectamos. Sólo así, nuestro incierto destino no dependerá sólo de un abandono. Clamaremos a un rebaño entero pensarse bien su partida. Seremos conscientes de cuánto subestimamos lo creativo por ignorancia, por desgano, por dejadez, por oro negro. Cuando todos tengamos una batuta, y la disposición de manejarla con empeño y amor, sólo ese día el nombre Venezuela adquirirá las dimensiones que merece. No las de una Pequeña Venecia, por cierto. Sino la de tierra de grandezas, en donde los canales y las góndolas, sean caminos que el mar baña con la espuma de la certidumbre, del éxito. Y el sol no sea un ente diasuasivo de la luz. Ya no estaremos ciegos, mudos, atados.

MV dijo...

POR ESO TE AMO, MI I. FABULOSO ESTO QUE HAS COMENTADO. ESPEREMOS QUE NO SIGAMOS CIEGOS, MUDOS Y ATADOS. GRACIAS POR SEGUIRME EN ESTE VIAJE DE LETRAS.

Unknown dijo...

Excelente, Igor completó todo...No hay nada que agregar. hermoso prima, como siempre...